Este trabajo nace del
cuestionamiento de la idea de progreso que tan arraigada está en nuestra
sociedad. Compartida por conservadores, liberales, socialdemócratas e incluso comunistas,
desprende esa ciega ilusión que nace en la ilustración, de que un progreso
ilimitado nos llevaría a la libertad y a la felicidad.
Todo ello fue denunciado por
Adorno y Horckheimer en la “Dialéctica
de la Ilustración”, cuya principal y
amarga tesis es que el mito y la razón ilustrada comparten el mismo origen y el
mismo fin: la dominación de la naturaleza, y por extensión, del propio ser
humano. Y que ese afán de dominio, sin un principio autocrítico, sin una
tensión negativa, nos puede llevar al totalitarismo y a la barbarie, como así
ha ocurrido tantas veces a lo largo de la historia.
Lejos de estos grandes genios,
acerca de los cuales el propio Marcuse (colega y miembro a su vez de la escuela
de Frankfurt) decía que había pasajes que él mismo no entendía, este trabajo
que se publica en Maslow Exercises tiene ese trasfondo. En “Esperanza”, se
muestra la gráfica de la esperanza de vida de 200 países, sin referencias de
escala y sin citar qué grafica corresponde a cada país.
Se trata por tanto de cuestionar
la representatividad de los datos, la capacidad de los números para mostrar el
dolor y el sufrimiento, tanto de los muertos por las bombas como de los muertos
por el cáncer. De plantearse si ese ligero aumento de la esperanza de vida en
la mayoría de los países durante los últimos 30 años, esa pequeña prorroga que
nos da la vida nos hace más felices, de si nos tocará también a nosotros o
pereceremos prematuramente sin alcanzar la media. De no saber si hablamos de
Afganistán o de Gambia, de Grecia o de Alemania, de Jamaica o Arabia Saudí. De
si esa pequeña curva es una hambruna o una guerra, de cuánta gente sufrió
allí. La obra pretende por tanto quedar
abierta, para que el espectador elabore sus propias historias.
Para la publicación de este
proyecto en Maslow Exercises, me pide el Director General que la línea
editorial requiere textos y obras propositivas. La
permanente actitud crítica, una cierta negatividad que resista la fatal
culminación de la razón en certezas totalitarias, es la única proposición que
puedo hacer. Para proponer quizá ya esté la propia vida.
Peio
Izcue Basail 2015